Nos encontramos con el problema de que la Calidad de vida es una categoría muy utilizada en estudios científicos en el área de la salud-enfermedad, y que cada autor la utiliza para nombrar cosas diferentes, por no existir un concepto, ni un consenso a la hora de su definición y medición.
Indudablemente acercarse a una definición del término «Calidad de vida» es tarea difícil: intentarlo no es el propósito, no obstante, nos vamos a referir a sus relaciones con la salud, o más bien con la enfermedad, ya que en los últimos años aumenta cada vez más el número de reportes investigativos sobre este tema: y junto a él, aumenta el número de instrumentos y modos de medir la Calidad de vida, sin que exista consenso entre los autores en cuanto a las variables y aspectos a evaluar.
Desde el momento en que el trabajo del hombre se vuelve sedentario, aparecen nuevas formas de reacción frente al cúmulo de tensiones físicas y mentales. Las distancias se reducen, el espacio es cada vez más estrecho, los niveles de exigencia laboral y social se incrementan, así el hombre tiene que continuar el camino de su vida laboral y personal, conservando la armonía en su vida y rindiendo frente a compromisos adquiridos con otros (pareja, familia, jefes).
Todas aquellas situaciones que nos colocan en riesgo nos producen reacciones psicofisiológicas las cuales han sido conocidas como estrés. Existen niveles de estrés o de tensión que de alguna forma todos logramos manejar y usar como motor para el logro de nuestros objetivos.
Pero, existen situaciones críticas que sobrepasan nuestros mecanismos normales de responder a situaciones difíciles, en ese momento pasamos del estrés fisiológico al disestrés.
Ejemplos de situaciones críticas o estresantes son el divorcio o la separación de una pareja conyugal, la pérdida de un ser querido, los cambios laborales, las pérdidas económicas, los cambios de residencia o de ciudad, asumir papeles de mayor responsabilidad, las enfermedades propias o de algún familiar.
Tanto las situaciones estresantes como las reacciones de estrés son inherentes a la naturaleza humana y al estilo de vida propio de la modernidad, una forma realista y saludable de emplear el estrés es usarlo como motor que impulsa a la actividad y combinarlo con situaciones de relajación y descanso, evitando llegar a momentos en que el manejo de los problemas desborde nuestra capacidad de resolverlos.
Ahora bien, es necesario para lograr ese balance descrito (estrés-relajación) tener en cuenta que nos movemos por intereses y motivos que son individuales y propios de cada persona. Pero tras de esas motivaciones naturales hay una serie de creencias y valores que nos "obligan" a escoger entre las prioridades de la vida. Recordemos aquí que valoramos algo cuando nos esforzamos por conseguirlo y cuando adquiere máxima prioridad para su logro. De manera frecuente, solemos confundirnos y creer que es necesario llenarnos de tecnología, consumiendo todos los productos y servicios que están a disposición en el mercado. No compramos cosas para nuestro bienestar sino consumimos irracionalmente. No usamos los valores para asumir compromisos económicos sino nos desbordamos siendo víctimas pasivas del mercantilismo.
La salud enferma. Nuestra obsesión por vivir y conseguir la eterna juventud eludiendo además la enfermedad a toda costa ha terminado por convertir nuestra salud en un puro objeto comercial en manos de las grandes corporaciones farmacéuticas que, con la misma lógica con la que hoy nos venden un móvil de tercera generación o un ordenador más potente, nos venden un nuevo medicamento. Es decir, primero crean la necesidad en el consumidor y después le ofrecen satisfacerla. Pues bien, teniendo en cuenta esa estrategia hoy algunas farmacéuticas buscan "conjuntos de síntomas" -bautizados como "síndromes"- para luego etiquetarlos como "enfermedades". Y a continuación se desarrolla el tratamiento "específico" para cada una de esas "nuevas" enfermedades "descubiertas" -tratamiento al que llaman "protocolo"-, normalmente un fármaco o serie de fármacos que en realidad sólo alivian algunos de los síntomas elegidos para cada síndrome. Fármacos que inevitablemente provocan efectos secundarios adversos que no se tenían antes y que normalmente terminan convirtiendo al paciente en un consumidor crónico de los mismos. Efectos adversos negativos que se califican de inevitables para tratar la enfermedad principal y que dan lugar a la ingesta de nuevos fármacos que los palien... con el riesgo de provocar nuevos problemas. Problemas que... Se entra así en un círculo vicioso en el que una vez se entra es difícil salir. Y el negocio está asegurado.
Y quede bien claro que en el extremo de cada situación siempre habrá alguien cuyos padecimientos quizás sí hagan necesaria la atención especializada y farmacológica.
Y quede bien claro que en el extremo de cada situación siempre habrá alguien cuyos padecimientos quizás sí hagan necesaria la atención especializada y farmacológica.
Traficantes de salud saca a la luz informaciones ocultas o que pasan desapercibidas para la mayor parte de la ciudadanía y que afectan de manera decisiva a nuestra calidad de vida. Éste es un libro con efectos secundarios: después de leerlo su manera de entender la salud habrá cambiado.
Una forma recomendable para vivir mejor es tener objetivos claros en cada una de estas áreas y moverse a través de valores coherentes con nuestra forma de ser. La sumatoria de estos objetivos forma el plan o proyecto de vida sobre el cual nos movemos. Si no hay un plan de vida nos pasa como a Alicia en el País de las Maravillas: si no sabe para donde va cualquier rumbo es bueno. Para alguien será muy importante enfilar sus energías a tener gran cantidad de objetos y para otra persona predominarán los logros de orden intelectual, (prepararse, aprender, escribir). Lo importante es que haya una buena comunicación al interior de nosotros mismos para tener claro qué queremos (objetivos) y cuál es el camino escogido para andar. Sin olvidar que provenimos de una biografía única e inevitable (el pasado ya pasó) y que el presente es lo único que tenemos para trabajar por un futuro mejor. De manera, que esto se convierte en el impulso que nos lleva a levantarnos y trabajar en el día a día con armonía y satisfacción. De forma que con ésta mira las ansiedades propias de la vida laboral y personal se logran hacer llevaderas, evitamos acumular estrés y tensión y edificamos una vida con calidad.
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